En los años 40, Eric Berne planteó en el análisis transaccional la existencia del «yo niño», uno de los tres estados del yo que se caracteriza por influir en nuestra personalidad en cuanto a nuestros deseos, impulsos y entusiasmo, es decir, la parte impulsiva y traviesa de nosotros. Berne también menciona que si reprimimos este estado, puede provocar un desequilibrio negativo en el resto de los estados del Yo. Por lo tanto, es importante permitirnos dejar salir y divertirnos para mantener un equilibrio emocional saludable.
Ser padre también es frustrante, y lo digo porque la mayoría parecemos tener un pacto silencioso para ocultar esta realidad y juzgar a otros padres. Solo hace falta ir a una juguetería para ver cómo una cara de «mira que lindo su mundo infantil» se transforma en una de «cálmate niñ@, todavía estoy pensando cómo sacarte de aquí sin gastar más». Según UNICEF y el MINSA, 3 de cada 10 cuidadores de niños presentan riesgo de depresión, y 2 presentan baja resiliencia, es decir, pueden sentirse estancados y vivir con angustia constante debido a su situación. Las marcas no están exentas de esta perspectiva, e incluso Durex, una marca de preservativos, ha estado priorizando desde hace años los riesgos de adquirir el papel de padre en lugar de los riesgos de adquirir una ETS, literalmente lo que ellos refieren como una «balls pain». ( Campaña Protect Yourself: https://youtu.be/ZZDMOIqn7LQ )
En los últimos días, se ha dado una tendencia en las redes sociales relacionada con el juguete para la estimulación temprana llamado «Dj Bouncy», el cual crea canciones o musicaliza las frases que escucha. Esto no pasó desapercibido para los usuarios de TikTok, quienes crearon el «Fisher Price Meme» consistente en dedicarle un gemido verriondo al juguete para que musicalice, baile y rebote el mismo sonido en los altavoces, una travesura de adultos en plena juguetería. Los videos relacionados han superado ya las 269 millones de visualizaciones en la conocida red social, sin tomar en cuenta el rebote del video en otras redes como Facebook, Reels, Instagram, entre otros. Sería extraño pensar que esta tendencia es parte de una acción programada por la marca infantil, sin embargo, ha ganado un importante incremento de relevancia en los medios digitales, impulsada y compartida discrecionalmente por un grupo importante de padres.
Probablemente, el estudio de Lingokids que analiza una muestra similar de padres nos permita percibir mejor algunas de las causas detrás de este grupo de padres. El estudio revela que el 80% de los padres se sienten frustrados por su condición y por no tener tiempo para ellos mismos, mientras que solo el 19% de los padres no siente esta frustración y comprende su situación. Esto nos revela un segmento importante de padres que se encuentra principalmente afectado por el agotamiento mental (46%), seguido del agotamiento físico (36%), el estrés (33%) y la mala calidad del sueño (20%), según el mismo estudio. Este segmento de padres está dispuesto a salirse ocasionalmente su papel ejemplar o, en su defecto, a viralizar fácilmente el contenido que lo haga, como una manera indirecta de darle un respiro a su «Yo Niño».
Por último, esta acaba por ser otra tendencia en redes sociales que nos muestra la existencia de un grupo importante de padres con necesidades de comunicación es la de aquellos que «juegan» con su propio papel social. Sin embargo, queda por saber cómo las marcas podrían inspirar acciones similares sin infringir los límites de nuestras expectativas más puritanas del paternalismo. ¿Cuál es el límite de la moderación en redes que resulta sano para los nuevos padres abrumados por las exigencias modernas de su papel? ¿Hacia qué tipo de desarrollo de productos nos pueden orientar estas «travesuras adultas» de los usuarios? y ¿Cómo responderían las marcas de juguetes si se dieran más acciones como esta que traspasan las intenciones de sus productos?